Las últimas horas de la tarde se esfumaron lentamente. La lluvia golpeaba con rabia la ventana de su habitación. Llevaba rato pegada al cristal, observando los charcos que se formaban en el suelo, con los ojos rojos e hinchados, el pelo desaliñado y la ropa sucia y arrugada.
Libros al Infinito ∞
Comments